
También se acercan los fechas donde las tardes serán más ociosas, las calles estarán habitadas por chiquillería y no tan chiquillería y empezaremos a buscar las sombras para resguardarnos del sol veraniego.
Comprobaremos un año más que vuelve a haber palomas (otra vez) alrededor de las terrazas, las terrazas a ocupar un espacio superlativo y conste que este invierno las terrazas no han dejado de estar presenten en el paisaje urbano. De día ocupando espacio peatonal y de noche apiladas en montañas, imitando a columnas próximas.
Comprobaremos que la pintura de los pasos peatonales, ha sucumbido al paso de los vehículos adhiriéndose a sus ruedas y alguien comentará en voz alta... pues podían haber utilizado la pintura de los números que están marcados en el suelo y no se han borrado, desde medievales.
Sin embargo espero que este verano mejore, y no justifiquemos, las montañitas de cáscaras de pipas, los envoltorios de los helados o de cualquier otro componente que no corresponde estar sobre el pavimento.
Que seamos capaces de conversar en la calle, sin tener que apartarnos para dejar pasar a vehículos que no acatan las normas. Y que ejercitemos el papel de progenitores para educar a nuestra prole en el respeto hacia el entorno, hacia la ciudad y hacia sus habitantes.
Ya lo decía Antonio Machado, no basta mover para renovar; no basta renovar para mejorar.
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