
Por eso el día que anunciaron la muerte doña Amalia Solórzano, fue un día triste para mí, pues gracias al apoyo que brindó al acoger a un grupo de 456 menores entre huérfanos de guerra e hijos de combatientes republicanos españoles, a los que dieron en llamar los niños de Morelia, porque el 7 de junio de 1937 estos menores llegaron en un vapor a Veracruz y trasladados el día 10 a Morelia, donde fueron alojados en dos casas, acondicionadas para instalar el internado y áreas docentes de la Escuela Industrial España-México.
A partir de ahí, Méjico paso a ser la familia de estos españoles y españolas que crecieron, trabajaron y se establecieron allí.
En fin, esto es lo que conlleva una guerra, un trocito de nuestra historia, de nuestras gentes, allá... allende los mares.
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