Educar no
es prohibir, es construir,
capacitar, renovar, fomentar y respetar las diferencias individuales. La
educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la
ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica.
Las leyes no pueden quedar limitadas solamente a
algunas personas o sectores sociales. Sin embargo hemos visto como un proyecto
de ley tan importante como el que nos ocupa (el del aborto), solo es aceptado
por una parte de la sociedad, y en Europa el único apoyo a este proyecto viene
del Sr. Le Pen , persona que queda muy lejos de respetar las diferencias.
Nos encontramos en una encrucijada donde asignaturas
son suprimidas y se intenta amordazar a las mujeres, con una ley, para que no
puedan decidir.
Hablemos de educación sexual, cuyos
objetivos consisten en ayudar a incorporar el sexo a la vida presente y futura
de la manera más significativa posible y ofrecer una comprensión básica de
todos los aspectos de la vida sexual para el momento en que se alcanza la
madurez. Reconocer la existencia de diferentes pautas sexuales y usar el juicio
crítico en controversias de carácter ético. La educación sexual es
personalización, es humanización y al mismo tiempo responsabilización. Si
hablamos de la población más joven es importante ahondar en el conocimiento de
la realidad afectivo sexual ya que es un momento en el que su desarrollo
personal está claramente marcado por el conocimiento de su cuerpo y de su
sexualidad. Sin embargo en este momento, ante una ley del aborto -donde la
libertad y los derechos de la mujer son apeados- como la que pretende imponer
el P.P., nos lleva a los socialistas a recordar lo que ocurrió en 1985,
cuando tuvimos que debatir sobre la
diferencia entre delito y pecado.
Al igual que la educación sexual es un aspecto de la
educación general que debe estar integrado a la misma, que no se puede separar,
relegar, u olvidar sin crear un grave perjuicio en la integración de la
personalidad, pues somos seres sexuados y debemos ser educados como tales, pues
el sexo es un elemento de la personalidad total. Existe la necesidad de
evolucionar de una actitud de rígida dominación masculina y subordinación
femenina. O de considerar a los sexos como idénticos en todo sentido, hacia un
respeto flexible e igualitario de la responsabilidad individual aceptando los
valores específicos y peculiares de cada uno.
Es por ello que los y las socialistas andamos en el empeño
de que se conozcan “las gravísimas consecuencias” que tendría la ley del PP
sobre los derechos y libertades de las mujeres españolas, e incluso “sobre
nuestro sistema democrático”.
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