
Pero lo que no nos pasa desapercibido, es el dolor de las familias que pierden a sus hijas, madres o amigas.
No me resigno a ver semana sí y otra también morir mujeres por querer salir de la opresión, de la anulación como persona, de la esclavitud emocional.
Como decía Sastre “estamos condenados a ser libres”. Y yo añado, amando también se debe ser libre.
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